Un estudio  realizado por el Barómetro de la Deuda Social de la  Infancia de la  Universidad Católica Argentina, junto con la Fundación  Arcor en 2007,  investigó los distintos tipos de castigo físico y  humillante que más  ocurran en la Argentina. Los resultados sostienen que  en los hogares  con niños de entre 0 y 5 años, los castigos más  utilizados son  principalmente las penitencias (65,1%), los retos en voz  alta (65%),  los golpes, cachetazos y chirlos (31,8%) y en menor medida  las  agresiones verbales (9,1%). 
 La  mayoría de los casos sólo salen a la luz cuando alguien detecta  las  evidencias físicas del maltrato en el menor. "Por lo general son los   maestros quienes se dan cuenta de la situación, cuando el niño empieza a   faltar sin excusas válidas, y aparece con golpes en distintas partes   del cuerpo", indica Sanmartino. 
   ¿Qué  es lo que lleva al adulto a descargar su violencia sobre un  niño  indefenso? Las explicaciones son muchas y Sin embargo, puede  señalarse  un aspecto básico: los adultos violentos han sufrido violencia  en su  pasado. 
 Según  una investigación realizada por el Programa Ielaidenú con  niños  maltratados y sus familias, en el 90 por ciento de los casos los  padres  fueron a su vez maltratados durante su infancia. 
 Por  eso los especialistas recomiendan trabajar en conjunto con la  familia.  ?Hay que pensar que los padres también fueron víctimas?, dice  Mónica  Basualdo, una de las responsables del Hogar Juanito. Basualdo  sostiene  que no se puede negar el pasado del niño, sino que hay que  trabajar  para evitar que esa violencia se repita y, en lo posible, que  los  padres también se recuperen. 
 ?La  historia de la propia infancia se considera uno de los factores  de más  alto riesgo en las posibilidades de llevar adelante  adecuadamente la  educación y la crianza de los hijos?, sostiene María  Inés Bringiotti,  de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato  Infanto-juvenil  (Asapmi). 
 Marcos  aún hoy, después de pasar diez años en un hogar, conseguir  trabajo,  independizarse, y lograr algunas de sus metas, sigue preocupado  por la  posibilidad de repetir su pasado violento. ?Intento evitarlo,  pero es  algo que uno se trae del pasado y siempre tengo miedo de no  poder  controlarlo?, se lamenta Marcos. Perdió a su pareja porque se  asustaba  de sus salidas violentas como, por ejemplo, romper algún objeto  o  gritar para descargarse. 
 A  pesar de todo está convencido de que no va a repetir lo que le   hicieron a él. ?Todo lo que hago tiene como objetivo estar lo   suficientemente seguro como para criar una familia con mucho afecto y   sin violencia?, dice el joven. 
¿Qué es el maltrato infantil?  Para  muchos, el maltrato es la acción de golpear al menor. Sin  embargo,  este flagelo abarca mucho más. Según la Organización Mundial de  la  Salud (OMS), el maltrato infantil es "cualquier acción u omisión de   acción que viole los derechos de los niños y adolescentes". Es decir,   hacer y no hacer respecto del cuidado del niño, puede convertirse en una   forma de maltrato. 
 El  abandono o negligencia, y el maltrato emocional también son  formas de  violencia, según sostienen los especialistas. "El maltrato  psicológico y  el trato humillante son la primera manifestación de la  violencia hacia  el menor", dice el presidente del Consejo de los  Derechos de Niños,  Niñas y Adolescentes de la Ciudad Autónoma de Buenos  Aires, Sergio  Sanmartino. "Primero es la violencia verbal, después viene  el maltrato  físico", aclara Sanmartino. 
 Así  lo cuenta Sofía, una joven de 17 años que fue derivada por el  juzgado a  uno de los hogares de la Fundación Juanito, que también  trabaja con  niños maltratados. "Yo no entendía qué le pasaba a mi mamá,  me daban  miedo sus gritos -recuerda Sofía-. Ahora sé que era el alcohol  lo que  la alteraba. Después de los gritos empezaron a venir los golpes",  dice  la joven. 
 Muchos  de los menores que llegan a estos hogares tienen grandes  signos de  abandono físico, sin que necesariamente se haya llegado al  golpe.  "Algunos de los niños son traídos al programa con un peso muy por   debajo de lo normal, sucios y con una notoria carencia de afecto",   señala Pincever. 
 Una  tercera etapa, y con consecuencias físicas y psicológicas aún  más  graves, es el abuso sexual. "Si hubiera cifras que reflejaran la   realidad en este aspecto, serían terriblemente altas", dice la directora   del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención   Internacional sobre los Derechos del Niño, Nora Shulman. 
 Un  estudio realizado por el Barómetro de la Deuda Social de la  Infancia  de la Universidad Católica Argentina, junto con la Fundación  Arcor en  2007, investigó los distintos tipos de castigo físico y  humillante que  más ocurran en la Argentina. Los resultados sostienen que  en los  hogares con niños de entre 0 y 5 años, los castigos más  utilizados son  principalmente las penitencias (65,1%), los retos en voz  alta (65%),  los golpes, cachetazos y chirlos (31,8%) y en menor medida  las  agresiones verbales (9,1%). 
 El  maltrato se manifiesta de muchas maneras y todas ellas vulneran  los  derechos del menor protegidos por la Convención Internacional de los   Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones   Unidas, en 1989, e incorporada a la Constitución Argentina. 
 La  mayoría de los casos sólo salen a la luz cuando alguien detecta  las  evidencias físicas del maltrato en el menor. "Por lo general son los   maestros quienes se dan cuenta de la situación, cuando el niño empieza a   faltar sin excusas válidas, y aparece con golpes en distintas partes   del cuerpo", indica Sanmartino. 
Cadena de violencia  ¿Qué  es lo que lleva al adulto a descargar su violencia sobre un  niño  indefenso? Las explicaciones son muchas y Sin embargo, puede  señalarse  un aspecto básico: los adultos violentos han sufrido violencia  en su  pasado. 
 Según  una investigación realizada por el Programa Ielaidenú con  niños  maltratados y sus familias, en el 90 por ciento de los casos los  padres  fueron a su vez maltratados durante su infancia. 
 Por  eso los especialistas recomiendan trabajar en conjunto con la  familia.  ?Hay que pensar que los padres también fueron víctimas?, dice  Mónica  Basualdo, una de las responsables del Hogar Juanito. Basualdo  sostiene  que no se puede negar el pasado del niño, sino que hay que  trabajar  para evitar que esa violencia se repita y, en lo posible, que  los  padres también se recuperen. 
 ?La  historia de la propia infancia se considera uno de los factores  de más  alto riesgo en las posibilidades de llevar adelante  adecuadamente la  educación y la crianza de los hijos?, sostiene María  Inés Bringiotti,  de la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato  Infanto-juvenil  (Asapmi). 
 Marcos  aún hoy, después de pasar diez años en un hogar, conseguir  trabajo,  independizarse, y lograr algunas de sus metas, sigue preocupado  por la  posibilidad de repetir su pasado violento. ?Intento evitarlo,  pero es  algo que uno se trae del pasado y siempre tengo miedo de no  poder  controlarlo?, se lamenta Marcos. Perdió a su pareja porque se  asustaba  de sus salidas violentas como, por ejemplo, romper algún objeto  o  gritar para descargarse.
A pesar de todo está convencido de que  no va a repetir lo que le  hicieron a él. ?Todo lo que hago tiene como  objetivo estar lo  suficientemente seguro como para criar una familia  con mucho afecto y  sin violencia?, dice el joven. 
PARA LOS PROFESORES DE YOGA EN LAS ESCUELAS: 
 
INDICADORES EN EL NIÑO CON PROBLEMAS DE CONDUCTA POR VIOLENCIA O MALTRATO  
   
-Señales físicas  
-Suciedad, mal olor,   
-Cansancio, apatía  
-Cambios significativos en la conducta escolar.  
-Agresión, relaciones hostiles  
-actitud hiper-vigilante  
-Conducta sexual con juegos que no corresponden a la edad  
-Niño que no quiere volver a casa  
-Tienen pocos amigos en la escuela  
-Los fines de semana regresan en “mal estado”  
-Presenta dolores frecuentes sin causas aparentes  
-Trastornos alimenticios  
-Faltas o ausencias a clase  
-Conductas anti-sociales ( se fuga, hurta, etc)  
-Regresiones conductuales  
-Niños que tienen secretos con adultos.  
-Falta de cuidados médicos básicos  
-Intento de suicidio y sintomatología represiva.  
   
INDICADORES DE PADRES Y CUIDADORES  
   
-Parecen no preocuparse por los niños  
-No acuden nunca a las citas  
-Desprecian y desvalorizan al niño en público  
-Sienten a su hijo como una propiedad  
-Lleva y retiran al niño del colegio sin permitir la socialización  
-Trato desigual entre los hermanos  
-No envían justificación por las ausencias de su hijo.  
-Justifican la disciplina rígida y autoritaria.  
-Dan explicaciones sin lógica y contradictorias.  
-Son celosos y protejen desmesuradamente a sus hijos. 
  
Si vemos mas de tres o cuatro de estos indicadores, ese niño necesita de toda nuestra atención y su familia también.